Encuentra tu motivo para seguir y #SIGUE. Soy 0 -, eso es +. No soy psicólogo. Mis tuits no son ciencia. Soy de la #XXXIV
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¡OPOSITAR NO ES UNA PROFESIÓN! Esto es justo lo que yo exclamaba, allá por el inicio de los años dos mil. Cada vez que veía en la televisión a algún concursante, en alguno de los programas del momento, respondiendo a la pregunta que el presentador o presentadora habituaba a realizar:
- ¿A qué te dedicas?
- Soy opositor
Por supuesto, sistemáticamente acompañado de una expresión facial y un lenguaje corporal que no sabía muy bien cómo interpretar.
Lo escuchaba y me indignaba, y mucho. Para mí, en aquella época, y siendo absolutamente desconocedor del mundo de las oposiciones, opositar no era más que estudiar.
Y justamente estudiar era algo que hacíamos todos, o la gran mayoría, como mínimo, hasta los 18 años.
Contenido
- 1 Tampoco era para tanto, y menos como para decir que opositar es a lo que te dedicas.
- 2 Así lo veía porque mi ignorancia era más abundante que mi conocimiento, y mucho más atrevida que mi prudencia.
- 3 Como decía, y quiero resaltar, yo, en el campo de las oposiciones, era un perfecto ignorante.
- 4 Opositar no es una profesión, claro que no, pero no lo es porque es mucho más que eso.
- 5 Desde el momento en el que comprendí lo duro que era ser un opositor, me prometí que no caminaría solo. Que si avanzaba, no dejaría a nadie atrás. Y pensaba en mis amigos, mi familia, pero también en el resto de opositores que sabía que existían.
Tampoco era para tanto, y menos como para decir que opositar es a lo que te dedicas.
Así lo veía, mi yo de entonces, en un momento en el que hacía mil y una cosas, asumiendo los riesgos de luchar en el ámbito del emprendimiento. Preocupado por generar mi propio dinero, puestos de trabajo, y el pago de impuestos que ayudaran a la economía general y al bienestar de todos.
Yo tenía apenas 20 años, vivía emancipado, y ver a alguien rozando la treintena, viviendo de y con sus padres, y abriendo los libros de vez en cuando para “estudiar” la Constitución, me producía fastidio.
Así lo veía porque mi ignorancia era más abundante que mi conocimiento, y mucho más atrevida que mi prudencia.
A mi exclamación inicial solía añadir también algún que otro razonamiento. Por ejemplo, que un país en el que sus jóvenes van encarados a opositar como forma de asegurarse un futuro, es un país que adolece de un mal endémico digno de estudio.
Esto es algo que continúo pensando, pero esto es harina de otro costal.
Como decía, y quiero resaltar, yo, en el campo de las oposiciones, era un perfecto ignorante.
Sabía que para ser policía, por ejemplo, había que opositar, y que esa era la única vía para quienes querían ejercer esa profesión. “Pero ¿qué tiene que saber un policía para detener a alguien que quebranta la ley?”, me preguntaba de forma retórica.
“No creo que haga falta ser ingeniero aeronáutico”, me respondía de igual forma.
De nuevo mi absoluta ignorancia razonaba con desparpajo y de forma ofensiva. Jamás imaginé que tendría que estudiar lo que he tenido que estudiar para ser lo que soy hoy.
Aunque a finales de los años 90 había coqueteado con la idea de ser policía, otras opciones profesionales, otros amores, se cruzaron en mi camino justo cuando tenía medio tomada una decisión.
De no haber sido así, de no haber elegido el camino que elegí, y del que me siento muy orgulloso también, no hubiera sabido por entonces lo que ahora sé. Aprender a base de dolor y de sudor. Convivir con la soledad, duda, incertidumbre, tesón, coraje, valor, noes, más noes, suspensos, dinero, más dinero, tiempo, mucho tiempo…
Opositar no es una profesión, claro que no, pero no lo es porque es mucho más que eso.
Es, con mucho, lo más difícil que he hecho jamás, y eso que he hecho unas cuantas cosas bastante complejas. Tal y como digo en alguno de mis tuits:
Los opositores, son personas valientes que van a sacrificar, en muchos casos, los mejores años de sus vidas, para tratar de alcanzar un objetivo que se mueve, que aparece y desaparece. Asumiendo que las reglas de persecución se modifican constantemente, y a quienes nadie puede asegurar algún porcentaje realista de éxito.
Con mi propia experiencia, algo que nos pasa a la gran mayoría de seres humanos, he aprendido todo lo que se puede aprender sobre lo que significa ser un opositor y lo que exige. Y también, y casi más importante que lo anterior, he aprendido a perdonar a quienes ven a los opositores como yo los veía cuando no tenía ni la más remota idea sobre lo que opinaba con atrevimiento.
No saben lo que dicen, porque no saben de lo que hablan. Y lo que es peor, no puedes explicárselo. No pueden entender la diferencia entre estudiar, que ya de por sí es duro, y opositar, que es uno de los mayores retos a nivel individual a los que se puede enfrentar una persona en el ámbito profesional.
Desde el momento en el que comprendí lo duro que era ser un opositor, me prometí que no caminaría solo. Que si avanzaba, no dejaría a nadie atrás. Y pensaba en mis amigos, mi familia, pero también en el resto de opositores que sabía que existían.
De esta forma, y mientras aún estaba al otro lado del APTO, comencé a escribir mensajes en una botella, en forma de tuits, para quien pudiera leerlos, y tratar así de empujar a quien en algún momento necesitase ese empujón, ese SIGUE un poco más, ese SIGUE que yo que te acompaño.
Así es como estamos creando una comunidad de seguidores incansables, que, además de opositar, SIGUEN en todas las facetas de sus vidas, entendiendo que no se deja a nadie atrás, por muy duro que sea, y que opositar es exigente, mucho, pero no más de lo que será la vida.
La historia es mucho más larga, las idas y venidas constantes, pero ahora tienes que seguir estudiando, entrenando, viviendo. Si alguien os vuelve a decir que opositar no es una profesión, Tú SIGUE creyendo, sigue avanzando sin dejarte atrás, sigue y sigue SIEMPRE, que yo seguiré contigo.
Opositar una profesión? El que te dice «mi trabajo es opositor» es el mejor detector de niño que no quiere hacer nada. El que no trabaja y estudia para una oposición C es por vagueria y vivir bien.