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“OK, estamos preparados”
Con este mensaje de texto un terrorista dio comienzo a un sangriento viernes en París. Aquel 13 de noviembre de 2015, 129 personas serían asesinadas y 250 resultarían heridas. A uno de los terroristas pertenecía este teléfono. Tras unos días de miedo y locura, fundamentalistas islámicos se atribuían el hecho. En realidad el valor se lo daban a otro «El elogio y el mérito pertenecen a Alá«.
La reivindicación de DAESH daba detalles de la masacre en árabe y francés: «Ocho hermanos con cinturones de explosivos y fusiles de asalto han atacado objetivos cuidadosamente elegidos de antemano en el corazón de la capital francesa«. La elección de los lugares atacados no fue improvisada. Se atentó a las afueras del estadio en el que Francia y Alemania “países cruzados” disputaban un partido de fútbol al que asistían cargos políticos de ambos países. La sala de conciertos Bataclan era una reunión de “idólatras” en una fiesta al más puro estilo occidental y en las terrazas se dejaba ver una sociedad sin miedo que disfrutaba de su tiempo libre.
Terrorismo internacional
Una rápida búsqueda en internet nos muestra que el episodio descrito lo podemos encontrar, en los últimos años, reproducido en los países de nuestro entorno. Pero igual ocurre en África, Asia y América. Estamos ante un fenómeno global. El terrorismo es actualmente la forma más extendida de la llamada “constelación asimétrica de conflictos”. Esto viene a ser un grupo débil que se arriesga a derribar a un enemigo más fuerte, con más recursos, intentando volver sus armas en su contra.
Prácticamente todos los países del globo han sufrido dentro de sus fronteras algún tipo de acción terrorista sea cual sea el propósito de sus actores. Estos episodios han sido asumidos por organizaciones comunistas, grupos fascistas, colectivos separatistas, fundamentalistas religiosos, etc.
El fenómeno del terrorismo como algo organizado, sistemático y planificado es un fenómeno reciente. Según la argumentación del investigador David C. Rapoport, desde 1880 hasta la actualidad, internacionalmente se han sucedido cuatro oleadas de terrorismo de 35 a 40 años de duración, aproximadamente, cada una. Existen, asimismo, ciclos generales de protesta revolucionaria o contrarrevolucionaria, con los que el terrorismo está íntimamente ligado, apareciendo de forma más acusada en los periodos de declive de estos ciclos de protesta. Agotado el periodo o ciclo de protesta el terrorismo surgido ha demostrado en ocasiones una gran capacidad para adaptarse superando esa fase de agotamiento y llegando a enlazar con un nuevo ciclo de protesta.
La dinámica cíclica de movilización
Por lo tanto esta “dinámica cíclica”, transcurre por fases de mayor movilización seguidas por fases de desmovilización. Según plantea Sydney Tarrow, la dinámica cíclica de movilización colectiva se puede dividir en tres estadios:
- Fase ascendente: Sucede cuando personas agraviadas son mayormente presionadas con nuevas injusticias o cuando aumentan las oportunidades para actuar por la presencia de un clima político menos coactivo. La violencia aumenta notablemente.
- Fase intermedia: Se llega a la máxima movilización social por contagio y aumentan el resentimiento y el antagonismo entre las partes en conflicto. Se toleran medios de protesta o lucha más enérgicos (pudiendo llegar al terrorismo). También puede llegarse a la conciliación, transformándose el movimiento social en partido o grupo de presión.
- Fase descendiente: En la agonía del movimiento social acabado se recrudecen los choques y la represión sobre el grupo, por lo que aparece el desaliento y el desánimo. Los que persisten adoptan actitudes más violentas y quedan aislados.
Acción – Reacción
La intención subyacente a los más diversos terrorismos es justamente lo que se conoce como principio de provocación o “espiral de acción-represión”: los atentados espectaculares pretenden que los gobernantes reaccionen represivamente de forma desmesurada, lo que por fuerza afectará también a muchos inocentes, con lo que serían muchos (los inocentes afectados, los familiares de estos, otros muchos simpatizantes, etc.) los que acabarían engrosando las filas de los terroristas o, al menos, simpatizando con ellos. Cada cual define la acción del otro como ilegítima y, por tanto, necesitada de medios justificados y extraordinarios de coerción.
El terrorismo es “violencia ideologizada”, y ha sido usado con múltiples fines por diversos sistemas políticos y grupos de las más variadas tendencias doctrinales. Si analizamos estos terrorismos desde el punto de vista ideológico vemos que existen cuatro principales formas:
- Terrorismo revolucionario social. Raf en Alemania, Brigadas Rojas en Italia y por poner un ejemplo más cercano GRAPO o FRAP en España. Se trata de un terrorismo de auto proclamadas vanguardias marxistas que pretende ser punta de lanza de la revolución social.
- Terrorismo étnico nacionalista. IRA en Irlanda del Norte.
- Terrorismo de extrema derecha: Ki-Klux-Klan en USA.
- Terrorismo religioso: A nivel planetario estarían Al Qaeda o ISIS.
Las 4 oleadas terroristas
Volviendo a las oleadas de terrorismo internacional, actualmente se puede distinguir con claridad, según el investigador Fernando Reinares, una nueva oleada “que combina el fanatismo religioso, fórmulas de articulación organizativa menos centralizadas, un patrocinio estatal sostenido y la voluntad de ejecutar, calculadamente o a la desesperada, el notable potencial destructivo disponible”. Nos encontramos ante “una violencia casi por completo transnacionalizada y vinculada simbióticamente con otras formas de delincuencia organizada que traspasan también las fronteras estatales, cual es el caso del comercio ilícito de armas o del narcotráfico”.
Aunque “la tozuda realidad es que el éxito de una campaña terrorista se puede contar con los dedos de una mano a lo largo de la Historia” al menos cuatro oleadas de terrorismo internacional se han sucedido una tras otra.
Anarquismo, anticolonizaciòn y nueva izquierda
La Primera Oleada es la anarquista cuyo punto álgido se produce en los años 90 del siglo XIX. La Segunda Oleada se vio impulsada por los intentos de liberación nacional de territorios colonizados por potencias occidentales y hubo un cambio de estrategia. Mientras que en la oleada anarquista se atacaba primordialmente a personas prominentes, en la segunda oleada se comenzó a atacar a policías y militares. Aquí entraríamos en el proceso acción y reacción, tan conocido a día de hoy, en el que la represión sufrida por los percibidos como más débiles haría que sumaran apoyos. A partir de 1960 optaron por la violencia terrorista personas que intentaban promover una revolución social. Nos referimos a la Tercera Oleada, que llegaría hasta pasados los años 80 y fue conocida como “nueva izquierda”.
Una nueva oleada
Tras estas primeras tres oleadas, llegamos a la actual, la cuarta oleada, la del terrorismo religioso. Durante los años ochenta muchos grupos islamistas radicalizados iniciaron la lucha armada contra los “regímenes apóstatas” de sus respectivos países, activando esta nueva oleada de violencia yihadista en la que nos encontramos. Atentados como los de las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, hacían prever que los planteamientos de los ideólogos religiosos que fomentan este terrorismo, justificarían el homicidio masivo, y que cada atentado buscaría ser más espectacular, más letal y más indiscriminado que el anterior.
A diferencia de otras oleadas que planteaban objetivos políticos claramente definidos en la mayoría de los casos, el terrorismo islamista ataca al sistema en general, no tiene objetivos concretos. La recreación del Califato es pura retórica al borde de la fantasía o la utopía. Esto dificulta poder identificar de forma concreta los principios ideológicos comunes dentro del terrorismo fundamentalista islámico pero se podría decir que son los siguientes:
a) El deseo de restaurar la grandeza originaria del islam tanto en el ámbito espiritual como temporal;
b) El re islamizar las sociedades musulmanas a partir de lo que definen como ortodoxia;
c) La aspiración de que las estructuras políticas sean islámicas y velen por la creación de un entorno acorde a los principios religiosos;
d) El deseo de lograr la unión de todos los musulmanes; y
e) La voluntad de extender el islam a todo el planeta
Los verdaderos ideólogos que mueven los hilos en esta nueva oleada terrorista internacional, la más global de todas, quieren situar frente a frente a dos enemigos, occidente y el islam. Ambos con presencia mundial y ambos con intereses muy distintos. Agotado el ciclo veremos en qué acaba esta oleada, si deja paso a otra o si más que oleada internacional habría que hablar de guerra mundial. Algunos autores hablan de que irremediablemente aparecerá el “declive del movimiento yihadista” y que esto dará paso a una nueva oleada, por una nueva causa, que será política, social, racial, nacional o religiosa.
Oye tronco, que interesante artículo! Me he quedado con ganas de leer más,